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Seguridad infantil en verano

Seguridad en verano: cómo disfrutar de la playa y la piscina con los peques

13 de agosto de 2018

El verano es la época preferida de los peques. Son los que más disfrutan de la playa y la piscina. Sin embargo, los padres tenemos que tener en cuenta que el verano es también la época de mayor concentración de accidentes infantiles, muchos de ellos mortales.

Cada año se producen cientos de ahogamientos infantiles en playas y piscinas españolas, tanto privadas como públicas. También son muy comunes los cortes, caídas, golpes y picaduras.

En todos los casos, la prevención y la precaución son tus principales armas. Sigue nuestros consejos para garantizar la seguridad de los niños en verano.

Protege a tu peque en el agua: el mar y la piscina

El agua es, sin duda, el mayor riesgo para los niños en verano. Les encanta y les atrae a partes iguales, así que tienes que tener mil ojos para evitar que se bañen sin protección.

Hay una serie de precauciones que debes tener siempre que un niño está cerca de una piscina o del mar, para garantizar la seguridad en verano.

Vigílale en todo momento

No les quites el ojo de encima ni un segundo. Dos minutos pueden ser suficientes para que un niño pequeño se ahogue en una piscina o en el mar.

Además, ten en cuenta que los bebés y los niños muy pequeños pueden ahogarse en cantidades muy pequeñas de agua, en apenas dos centímetros, así que no debes dejarles sin vigilancia ni siquiera en las piscinitas hinchables, ni por supuesto en las bañeras. Hay casos de bebés que se han ahogado en barreños de agua.

Siempre que tu peque esté en la piscina o en la playa, aunque no sea dentro del agua, debe haber un adulto de confianza vigilándolo. Esto es importante también cuando juegan en la orilla. Pueden despistarse y caer al agua en cualquier momento.

Una norma que te puede servir de orientación para garantizar la seguridad de los niños en verano es la regla del 10/20: Debes mirar la piscina o el mar cada 10 segundos y estar a una distancia que te permita llegar a ellos en 20 segundos.

Colócale un sistema de protección: chaleco, manguitos o flotador

En cuanto llegues a la piscina o a la playa, colócales el sistema de protección antiahogo que hayas elegido.

Nosotros te recomendamos que uses el chaleco en cuanto tu peque aprenda a mantenerse erguido en el agua, porque es el sistema más seguro. No se pincha y proporciona una flotación más estable.

También puedes usar manguitos o flotador, pero asegúrate siempre de que están en buen estado, bien inflados y que el peque no puede desinflarlos por sí mismo.

También vienen muy bien las pulseras identificativas por si se pierde. Hay algunas que incluso te avisan si el peque cae al agua por accidente.

Enséñale a nadar cuanto antes

Lleva a tu peque a clases de natación lo antes posible. La natación tiene multitud de beneficios para el desarrollo de la psicomotricidad y además lo ideal es que aprendan cuanto antes a saber manejarse en el agua.

Hay clases de matronatación que enseñan a los bebés a flotar desde bien pequeñitos. Esto otorga a los cuidadores unos segundos que pueden ser vitales a la hora de rescatarlos con vida y sin daños del agua ante una eventual caída.

Eso sí, ten en cuenta que aunque tu peque sepa nadar nunca debes descuidar la vigilancia. Aunque sepan nadar, pueden cansarse, golpearse o desorientarse en cualquier momento. Además, muchos saben nadar pero tienen dificultades para salir de la piscina o del mar en caso de caer accidentalmente.

El hecho de que estén acostumbrados al agua puede hacer que pequen de excesiva confianza y se pongan en peligro.

Ten localizados a los socorristas

En la playa y en las piscinas públicas siempre suele haber socorristas. Esto no debe hacer que nos relajemos a la hora de vigilar a nuestros peques, pero sí que pueden resultar de gran ayuda en caso de que ocurra un accidente.

Te recomendamos que en la playa te coloques siempre cerca de los puestos de socorrismo. Y que en la piscina tengas siempre localizado al socorrista.

En ambos casos, no está de más preguntar qué tipo de servicios sanitarios tienen en caso de accidente. Y saber siempre cuál es el hospital o el centro de salud más cercano.

Coloca vallas en tu piscina

Si tienes una piscina privada, en una casa o en una urbanización, ponle una valla de protección que no sea accesible para niños pequeños. Es la mejor manera de garantizar la seguridad de los niños en verano.

La mayor parte de los ahogamientos infantiles mortales ocurren en piscinas privadas. Esto es así porque normalmente cuando estamos todos en la piscina no les quitamos el ojo de encima a los peques, pero es más difícil controlarlos estando en casa.

Pueden salir al jardín sin que te des cuenta y caer a la piscina accidentalmente. Además, normalmente el tiempo de rescate es mucho mayor, porque no estás ahí mismo.

Así que para garantizar la seguridad de tu peque en verano y también el resto del año, asegúrate de tener una valla que impida el acceso a la piscina. Y es que en invierno podría caer al hueco de la piscina vacío, con terribles consecuencias.

Protege a tu peque del sol

Las quemaduras solares no solo son tremendamente molestas. Incrementan considerablemente el riesgo de padecer cáncer de piel en la edad adulta.

Así que debes asegurarte en todo momento de que tu peque está bien protegido del sol y sus dañinos rayos.

Crema de protección solar 50+

Todos deberíamos exponernos al sol con una crema de protección total, es decir, con factor 50+. Pero esto es especialmente importante en el caso de los niños.

Los bebés deben usar filtros solares físicos al menos hasta los tres años. A partir de esa edad pueden empezar a usar los filtros químicos.

Hay que aplicarles la crema media hora antes de exponerlos al sol, por lo que mejor si se la das en casa antes de salir.

Por muy buena que sea la crema, hay que volver a aplicarla cada dos horas, o cada vez que el peque se meta en el agua.

Camisetas, gorras y bañadores con protección

Una gran ayuda a la hora de proteger a los niños del sol es utilizar la ropa especial con protección solar disponible en el mercado. Así te asegurarás de que al menos las partes más sensibles del cuerpo están siempre a salvo de los rayos solares.

Existen bañadores, camisetas (de manga corta o larga) y gorras con factor de protección 50+. Lo bueno de esta opción es que solo tendrás que preocuparte de darles crema en la cara, las piernas y los brazos.

No los expongas al sol entre las 12.00 y las 17.00 horas

Aprovecha las horas de menos radiación solar para ir a la playa o a la piscina con los peques. En las horas centrales del día, entre las 12.00 y las 17.00 horas, mejor no exponerlos al sol.

Si vais a pasar el día entero en la playa, aprovechad esas horas para comer y para que jueguen a algo en la sombra, o para que se echen la siesta.

No los dejes solos en el coche

Jamás deberías dejar a tu peque solo en ningún sitio, ni siquiera en casa. Pero por encima de todo no se te ocurra dejarle solo en un coche.

Menos aún si las temperaturas exteriores son altas. El calor se concentra rápidamente en el interior del coche y tu peque podría morir deshidratado en apenas una hora.

Caídas, corte y picaduras

El verano es una época en la que los peques están más expuestos a sufrir accidentes de todo tipo. No solo en el agua.

Pasan más tiempo fuera y en lugares que tú misma tienes menos controlados, por lo que los peligros aumentan y con ellos debe aumentar también tu precaución.

Explora el ambiente en el que va a jugar y elimina peligros

Si vas a una playa o una piscina nuevas, lo mejor que puedes hacer al llegar es recorrerte con pausa la zona en la que os vais a mover, para tener controlados los peligros potenciales y eliminar todos los que sean posibles.

Por ejemplo, las colillas o los restos de basura que lamentablemente suele haber en la arena o en el césped y que un bebé puede llevarse a la boca o jugar con ello y lastimarse.

Inspecciona la piscina y descubre si hay zonas más resbaladizas o con teselas sueltas y explica bien a tu peque en qué zonas puede jugar y en cuáles no.

En la playa, entérate de si está habiendo medusa o de si hay zonasa con rocas ocultas en el agua.

Estad siempre atentos a las banderas y a las indicaciones de los socorristas.

Si alquiláis una casa para las vacaciones o las pasáis en un hotel, inspecciona bien el alojamiento en el que vayáis a vivir para descubrir también posibles peligros. Enchufes al alcance de bebés, aparatos eléctricos u objetos de cristal, por ejemplo.

La precaución y la prevención, tus mejores aliadas

El mejor consejo de seguridad en verano que podemos darte es que te mantengas siempre alerta y que estés prevenida ante lo que pueda pasar. La precaución y la prevención serán tus mejores aliadas para proteger a los peques en verano.

Viaja siempre con un botiquín

Cuando vayas de viaje, te recomendamos que te lleves siempre un botiquín de primeros auxilios con lo básico: tijeritas, gasas, esparadrapo, tiritas, antiséptico, medicamentos para bajar la fiebre… Son algunos de los imprescindibles.

Si viajas a zonas con mosquitos, lleva también algún protector antimosquitos de uso tópico y para la casa o la habitación de hotel. También algún producto que calme el picor.

Si tu peque padece alguna enfermedad o alergia, no te olvides de llevar sus medicamentos contigo a donde quiera que vayas.

Aprende primeros auxilios

Este es un consejo que te vendrá bien no solo en verano, sino durante todo el año. Es conveniente que todos los padres tengan nociones de primeros auxilios para saber cómo comportarse en los primeros minutos tras un accidente, sea del tipo que sea.

Estos minutos pueden determinar la diferencia entre la vida o la muerte para tu peque o entre la recuperación completa o las secuelas de por vida.

Existen multitud de centros en los que imparten clases de primeros auxilios pediátricos. En ellos aprenderás a practicar maniobras de reanimación básicas, o a saber cómo actuar ante un corte profundo o un golpe.

En cualquier caso, has de saber que ante cualquier accidente grave lo importante es seguir la regla PAS: proteger, avisar y socorrer. Es decir, primero aislar al peque de la fuente de daño y dejarle en lugar seguro, después avisar a los servicios sanitarios y por último, si se sabe, socorrerle.

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